Triacastela es una pequeña localidad en la que encontramos un gran número de bares, restaurantes y hostales en los que hacer una parada para reponer fuerzas. Recibe su nombre de los tres castillos que tenía en la antigüedad, de los cuales hoy no queda ninguno en pie.
Era tradición entre los peregrinos llevar desde las canteras de esta zona una piedra de cal para la construcción de la Catedral de Santiago. Aquí podemos visitar la Iglesia de Santiago, del siglo XVIII.
En este punto el camino se bifurca hasta llegar a Sarria: el primer tramo pasaría por San Xil, Furella, Pintín y Calvor, y el segundo discurre por los márgenes del Río Sarria hasta llegar a Samos, que supone 5 kilómetros más de recorrido pero a cambio podremos visitar el Monasterio Benedictino de San Julián de Samos, uno de los más antiguos de España y de gran interés cultural. Debido a sus continuas restauraciones, en este monasterio, original del siglo VI, encontramos muestras de distintos estilos arquitectónicos, desde el prerrománico pasando por el gótico tardío, renacentista, barroco, neoclásico y modernista. El monasterio tuvo gran importancia durante la Edad Media. A lo largo de su historia sufrió dos grandes incendios, uno en 1558 y otro en 1951, tras lo cual tuvo que ser ambas veces reconstruido. Merece la pena visitar su claustro grande, el mayor claustro de España, de 3000 m2, y la Capilla del Ciprés -una pequeña capilla dedicada a San Salvador (finales del siglo IX)-, de estilo mozárabe.
Si optamos por la ruta norte (hacia San Xil), uno de los lugares más destacados es Calvor, ubicado sobre los restos de un antiguo castro en el que aún se pueden ver sus defensas y fosos.